“Una ley guajira”
¬ Salvador Estrada martes 25, Jun 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
La Ley de Cultura Cívica tiende a dar protección a los capitalinos, pero en sus conceptos es difícil de poder apegarse a ella, porque para imponer las sanciones a los ciudadanos que cometan diversas infracciones se requiere ser detectado en flagrancia y ser presentados ante el juez cívico.
Y esto es más complicado que meterse a un laberinto porque un ciudadano no va a estar pendiente cuando su vecino haga de la “pipí” en el árbol o el poste de la esquina y sobre todo tomarle foto con su teléfono inteligente y presentarlo ante el juez cívico.
¿Quién será el vecino valiente que se atreva a denunciar a su vecino sin esperar represalias?
Si descubre a un sujeto en alguna avenida o en algún jardín, ya parece que se atreverá. En caso afirmativo mientras busca a un policía para denunciar el “hecho meón” el sujeto de marras ya se fue a otro lado o corrió al Metro.
Esa ley debe revisarse y cambiar de nombre por una ley más real para las faltas cívicas.
Y no darle vigencia a “sueños guajiros” entre las que se encuentran “el acoso verbal” hacia las mujeres.
Con esa Ley de Cultura Cívica se pretende cuidar a las mujeres de ser “molestadas” con piropos vulgares o obscenos que les puede lanzar en las calles de la gran capital algún “macho querendón” que al pasar a su lado contoneándose y mostrando su palmito lo emociona todo y él le dice ”adiós mamucha de mamuchas”.
O tal vez le diga lo clásico de los “piroperos” ¡Adiós mamacita¡.o inspirado le suelte “Dios me socorre esta mañana, porque pasas por mi lado”. En fin, habrá muchos piroperos, buenos y malos. Y quizá uno más directo. “Quiero todo contigo”. O “Esta noche sueño contigo mamazota”.
Si la mujer se siente ofendida, acosada por esas expresiones, podrá llamar a un policía cercano, pero entonces el “galán piropero” ya no estará en ese lugar porque siguió su camino.
Es difícil llevar a un juez cívico a uno de estos “galanes callejeros” y también demostrar qué dijo y qué no le dijo a la guapa muchacha que pasó por su lado en el saturado camino de los peatones.
En vez de vigilar las faltas administrativas por qué no legislar para ordenar las marchas, plantones y mítines que dan en la ciudad y que son un martirio para los peatones y conductores de autos.
Esas faltas cívicas son succiones difíciles de aplicar.
Los capitalinos, quieren que se acaben los robos en el transporte público, en los restaurantes, en los domicilios, entre los automovilistas y también el asalto a joyerías y el atraco que sufren los cuentahabientes cuando salen del banco.
Esta acción policial es lo que demanda la ciudadanía y no la vigilancia de las faltas cívicas.